Mi lista de blogs

miércoles, 5 de marzo de 2025

Campanas y tormentas, entre la superstición y la religión - Bodonal (enero de 1741)

Después del Concilio de Trento (1545-1563) se extendió en España la costumbre de tocar las campanas de la iglesia para conjurar las tormentas que amenazaban las cosechas y la vida de las personas y animales. Las iglesias barrocas -las románicas y las góticas no porque en la Edad Media no se usaba esta práctica- tenían en la torre o a media altura un lugar para conjurar. Desde primeros de mayo hasta bien entrado septiembre se tocaban las campanas a Tentenublo. Los días que amenazaba tormenta no se escatimaban los toques.

Pero esta costumbre -ajena a toda lógica y más cercana a la superstición que al espíritu religioso-, tenía más peligros que ventajas. Las pesadas campanas de hierro en movimiento tenían un gran poder de atracción de los rayos, así que la vida de los que volteaban las campanas a mano corría realmente peligro.

Las muertes en campanarios y conjuratorios fueron el pan amargo de cada verano. Víctimas preferidas fueron los sacristanes y sus hijos, obligados por el cargo a tañer las campanas a nublado durante las tormentas. En 1711 sacaron las cuentas de los muertos que hubo en el reino de Navarra y salieron más de ochenta.


Bodonal (día tormentoso 17-6-2017)



Los abonos a los curas como conjuradores de las tempestades han sido muy frecuentes y han pervivido hasta hace pocas décadas. Algunos ejemplos resultan muy elocuentes. Por Campo Arañuelo y por la Vera de Plasencia, en los días posteriores a la Semana Santa, «cada casa» solía llevarle a los párrocos diversos regalos (huevos, gallinas, conejos, garbanzos...) o dinero, lo que servía de «iguala pa los conjuros de los truenos en la Pascua y en las tormentas del verano, las mu puñeteras».

Esta situación conllevo a redactar a lo largo de los siglos diferentes disposiciones para intentar regularizar estos excesos, como la adoptada en el Sínodo Diocesano de Huesca de 1687:

Ordenamos y mandamos, so pena
de excomunión mayor, que ningún clérigo
de este obispado conjure nublados,
y energúmenos, usando de particulares
conjuros y acciones extraordinarias e indecentes
para engañar a la gente ignorante
y llevarlos dineros y otros bienes
que les pueden sacar, y que no usen de
otros, ni diferentes exorcismos, que los
aprobados por la Iglesia, ni hagan otras
ceremonias ni acciones más de las permitidas


En términos similares, aunque diez años más tarde, se redacta una de las disposiciones del Sínodo de Zaragoza:

Asimismo, por cuanto tenemos relación,
que algunos clérigos, conjurando
nublados, usan de particulares conjuros,
y hacen acciones extraordinarias, e indecentes,
para llevar tras si al pueblo
ignorante, mandamos pena de excomunión
mayor, y de veinte y cinco libras,
aplicadas, la mitad para el denunciador,
y la otra mitad a pobres de la parroquia,
que no usen de otros exorcismos,
sino de los que están aprobados por la
Iglesia, especialmente los del Ritual de
nuestro Arzobispado, ni hagan otras
ceremonias, ni acciones más de las permitidas
por la Iglesia, y mandamos a
nuestros visitadores tengan cuidado de
inquirir de ello, y castigar los culpados,
agravando penas conforme el delito


El toque de Tentenublo / Tente nube es el repique de campanas que tradicionalmente se hacía con la intención de alejar las tormentas de granizo, en la creencia de que mediante tal repiqueteo las tormentas se contenían, se disipaban o por lo menos se suavizaban, sin producir los temidos daños en el campo. El tentenublo ha llegado casi hasta nuestros días como un magnífico ejemplo de antropología y etnografía rural en España.

El toque iba acompañado de rezos a Santa Bárbara y letanías tales como «Si lluvia traes ven para acá, si piedra, vete para allá».

Del tentenublo, como es normal en una lengua tan rica, había varias versiones, con otros nombres. Una letanía decía: Tente nube, / tente tú, / que Dios puede / más que tú. / Tente nube, / tente palo, / que Dios puede / más que el diablo. Otras eran de corte más pragmático: Si la lluvia traes / ven para acá, / si piedra / vete para allá. Los últimos versos revelan el origen de la preocupación por las tormentas, que no es otra que el granizo, aunque las campanas se han utilizado también para contrarrestar otro tipo de fenómenos, como las heladas.


Campana de San Ildefonso - Bodonal
AÑO 1953
SAN ILDEFONSO
DONADA POR LOS PADRES DE JOSE CID
SIENDO PARROCO D. JULIO ALVAREZ ROMERO
BODONAL DE LA SIERRA


Campana de San Francisco - Bodonal
CAMPANA DE SAN FRANCISCO
AÑO DEL SEÑOR DE 1959
FUE BENDECIDA POR D.FRANCISCO LOPEZ CACERES
PARROCO DE ESTA
SIENDO MADRINA LA SRTA. JOSEFA NOGALES LOPEZ 


Sirva lo anterior de introducción para comentar que en Bodonal, el pueblo y el clero también tenían fe ciega en el tañir de sus campanas como destructoras de las nubes tormentosas, lo confirma, entre otros testimonios que podrían traerse a colación, un documento fechado en Enero del año 1741 (hace 284 años):

"En la villa del Bodonal a veinte y sinco días del mes de henero del año del Señor de mill setecientos y quarenta y uno el Ilmo. y Rvmo. Sr. Dn. Amador Merino Malaguilla mi Señor, obispo de este obispado, estando en dicha villa y antendiendo a la suplica de sus vezinos y a las grandes necesidades que se padecen por las tempestades y tormentas que ocurren, para que vivan con algún cosuelo y mediante la Divina Misericordia podere evitar los daños y penurias que suelen en tales ocasiones acontecer, dicho Sr. Ilmo. consagró y puso los Santos Oleos de Chrisma y enfermos a seis campanas". (*)

(*) TEJADA VIZUETE, Francisco: «Campanas con nombre propio», en Alminar, 45 (Badajoz, 1983), pág. 31



---ooo---



Sobre estipendios (*) fijados por el cura de Bodonal en 1909 para celebrar ciertos actos, ver las siguientes entradas:

-El que quiera casarse en Bodonal, tiene que mandarle al cura una gallina, una botella de vino, y un pan (aquí) y (aquí).

(*) En un sentido general, estipendio hace referencia a la tasa pecuniaria, fijada por la autoridad eclesiástica, que dan los fieles al sacerdote para .......