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lunes, 13 de octubre de 2025

Los frescos del claustro de la catedral de Toledo

He visitado la Catedral de Toledo en varias ocasiones, pero fue en mi última visita, el pasado 28 de septiembre, cuando reparé por primera vez en los frescos que decoran las paredes del Claustro, los cuales me recordaron a los que había visto en el Monasterio de Guadalupe (ver aquí).

Se trata de un conjunto de lienzos en los que Francisco Bayeu y Mariano Salvador Maella, dos de los más destacados pintores del neoclasicismo español, representaron a finales del siglo XVIII diversas escenas de la vida y milagros de los santos toledanos.

Agradezco a D. Manuel Martínez (http://manuelblasmartinezmapes.blogspot.com/) me haya permitido utilizar en mi publicación el texto que acompaña las imágenes, así como las fotografías 1 y 2 de esta entrada. El resto de las fotografías fueron tomadas por mí durante la visita.

El título y atribución de estas pinturas es el siguiente:

El martirio el Santo Niño de La Guardia, de Francisco Bayeu

La pintura representa el rapto del niño Cristóbal, parroquiano de San Andrés y su crucifixión por los judíos raptores en el vecino pueblo de La Guardia, cercano a Toledo. Al lado izquierdo de la puerta, se ve a dos hombres tocados con turbante y sombrero que se llevan por la fuerza al niño que se resiste. A la derecha, el niño está clavado en la cruz, mientras un hombre que lleva en la boca un cuchillo desciende por una escalera y otro hombre que esta de pie le observa o parece conversar con el anterior.


La prisión de San Eugenio, de Francisco Bayeu

Representa el prendimiento tumultuoso del Arzobispo electo de Toledo, San Eugenio. Delante de una cerca o tapia almenada, tras la cual se divisa la copa de los árboles, el santo, con sobrepelliz, exhorta a un grupo de cristianos que salen maniatados hacia el martirio por una puerta a la izquierda del fresco. Tres hombres parecen burlarse de sus exhortaciones. Algunos más con el mismo o parecido atuendo aparecen a la derecha, dos de ellos sentados en piedras en primer término con dos niños y un perro. Arriba, ángeles con palmas y coronas


La predicación de San Eugenio, de Francisco Bayéu

En la predicación de San Eugenio, primer arzobispo de Toledo. Aparece el santo sobre una escalinata, delante de un edificio de composición clásica, en una especie de ágora o plaza pública predicando a los fieles que figuran repartidos por el lienzo en distintas posiciones y formas. A la izquierda, un hombre de espaldas en actitud de conversar con otro que está semioculto y dos mujeres con niños; en el centro, un enfermo con su acompañante; a la derecha, otra mujer con niño y detrás del santo varios personajes más que escuchan atentos sus palabras. Fondo de árboles e iglesia y arriba en el cielo ángeles y querubines que revolotean alrededor del Espíritu Santo cuyos destellos iluminan la cabeza del venerable prelado.


El martirio de San Eugenio, de Francisco Bayéu

En lo alto de un balcón, sobre una gradería, aparece sentado el pretor romano, revestido de púrpura, al que acompañan dos lictores y un viejo que lleva cubierta la cabeza con un manto verde. El santo, de blanco, se halla cogido por uno de los verdugos mientras el otro levanta la espada para decapitarle. Dos soldados contemplan la escena. Abajo, a la derecha, dos personajes, uno sentado con turbante y otro de pie que señala al santo. A la izquierda, dos mujeres, una de espaldas y otra sentada, las dos con niños, y varios personajes más, uno sujetando un caballo, presencian la escena con horror.


La aparición de San Dionisio a Hercoldo, de Francisco Bayéu

La aparición de San Dionisio Aeropagita, arzobispo de París al devoto Hercoldo. Éste se halla a la derecha, recostado en el lecho, una magnífica cama dorada con pabellones y accesorios de mucho lujo, elevada sobre una escalinata donde también hay pintada un ánfora. Sobre una nube que aparece sostenida por ángeles se le aparece entre sueños San Dionisio para decirle donde está el cuerpo de San Eugenio, que le mandase recoger y le diera adecuada sepultura. En la gloria, ángeles y querubines. A la izquierda del cuadro se divisa, por entre un enrejado o balcón, el lago Mercasio y el cuerpo de San Eulogio flotando sobre sus aguas.

Traslado de las reliquias de San Eugenio, de Francisco Bayéu

Representa el momento en que la procesión que lleva las reliquias en una artística urna que despide resplandores de gloria, entra en Toledo por la puerta de Bisagra. Históricamente esta traslación tuvo lugar en el año 1565 y está bien documentada. Entre los caballeros que portan las andas, todos en traje de corte, se reconoce fácilmente al Rey Felipe II que es la figura que ocupa el puesto principal o sea a la derecha de los dos que van llevando las andas. Junto a él marchan sus sobrinos Rodolfo, quién luego sería emperador de Austria y Ernesto, archiduque de Austria, hijos ambos del emperador Maximiliano II. Delante de la urna, acólitos con roqueta y dos obispos. A la izquierda otro obispo con cirio y un niño que es el infortunado príncipe Carlos, también con vela. En primer término, a la derecha, varios personajes, entre ellos mujeres con niños que contemplan el paso de la procesión. Arriba, querubines y ángeles, uno de mayor tamaño, con un incensario dorado quemando perfumes por encima de la santa reliquia.


La caridad de Santa Casilda, de Francisco Bayéu

Santa Casilda, hija del rey moro de Toledo Al-Mamum o Almenón. La escena está dividida en dos alturas, al objeto de respetar la puerta que se abre en este paño- figurando otros tantos pisos de la morada del monarca, separados por la escalera que une el palacio con las mazmorras en las que están encerrados los esclavos cristianos. En un descanso de la escalera se encuentra la santa con sus doncellas en actitud de alargar un pan de los que lleva en su canastillo a uno de los cautivos que trepa sobre otro para alcanzarlo, mientras otro, mayor, implora sentado y otros más e pie dirigen la vista hacia la santa. A la izquierda, otros cautivos sentados y dos de pie debajo de la escalera. Desde palacio, dos personajes con turbante contemplan la escena. Arriba, ángeles volando.


La delación de Santa Casilda, de Francisco Bayéu

También esta escena aparece dividida en dos pisos. En el superior que figura una galería del palacio, Santa Casilda, junto a su aya, muestra a su padre, al que acompañan los delatores, las rosas en las que milagrosamente se han convertido los panes que llevaba para los cautivos. El rey se toca con turbante, lo mismo que los personajes situados a la izquierda en diversos planos. Nótese –observa Parro- la rabia del delator que se oculta detrás del grupo, apretando los dientes y los puños de ira por el chasco que acaba de llevarse. A la derecha, edificio con pórtico, columnas y galería. En el piso inferior, los subterráneos del palacio de Almenón, “alumbrados triste y débilmente por un farol que cuelga de la bóveda y atestados de infelices cautivos que unos en cepos, otros encadenados y en diferentes posiciones los demás, presentan todos en sus fisonomías la pesadumbre que les abruma”. Arriba, como es costumbre, gloria con ángeles y querubines volando.


La muerte de Santa Casilda, de Francisco Bayéu

La muerte de Santa Casilda, acaecida, según la leyenda, en un desierto al que se retiró, cercano a Burgos. A la izquierda, la santa, sentada en la hierba, expira en brazos de dos hermosos ángeles mientras otros vuelan alrededor y uno mayor porta la corona y la palma. Más arriba, Jesucristo, en toda su gloria, sobre nubes y rodeado también de ángeles, sale al encuentro de la santa.


Pinturas de la portada de la capilla de San Blas,
 por Francisco Bayéu

A ambos lados de la puerta, San Julián y San Ildefonso, los dos revestidos de pontifical. Más arriba la Gloria con el Espíritu Santo rodeado de querubines.


Santa Leocadia ante el pretor, de Mariano Maella.

Representa a Santa Leocadia ante el Pretor Daciano. Este situado a la derecha del espectador en una silla curul, sobre un plinto circular con relieves, rodeado de soldados, increpa a la santa quien, está en el centro sujeta por un soldado en actitud modesta pero llena de energía y dispuesta a repeler las órdenes que recibe para que ofrezca incienso a una estatua de oro bronce dorado de Júpiter que tiene enfrente colocada sobre un gran pedestal mientras un sacerdote le invita imperiosamente al culto pagano para el que está dispuesto el ceremonial. Fondo de arco y ángeles entre nubes que llevan los símbolos del martirio.

sábado, 11 de octubre de 2025

Fortaleza de Juromenha (Portugal)

En mayo de 2017 publiqué en el blog una entrada dedicada a esta magnífica fortaleza, la cual he tenido ocasión de visitar en varias ocasiones (*). Hoy la traigo nuevamente a colación, motivado por las recientes obras de rehabilitación —aún sin concluir— que permiten ya su visita. En esta ocasión, además, incorporo fotografías tomadas con mi dron.

Juromenha fue hasta 2013 una freguesia portuguesa del municipio de Alandroal, en el distrito de Évora. Tiene el nombre alternativo de Nossa Senhora do Loreto. También fue un municipio, disuelto en 1836, que contaba a su vez con las freguesías: Matriz de Juromenha, São Brás dos Matos y Vila Real.

La freguesía fue disuelta en 2013, en el ámbito de una reforma administrativa nacional para formar una nueva denominada União das Freguesias de Alandroal (Nossa Senhora da Conceição), São Brás dos Matos (Mina do Bugalho) e Juromenha con sede en Nossa Senhora da Conceição.




HistoriaEl origen de la población de Juromenha es muy antiguo, ya que su situación estratégica junto al río Guadiana ya fue aprovechada por romanos y celtas.

La época Musulmana

Las primeras referencias musulmanas de la Plaza de Juromenha son de la segunda mitad del siglo IX. Entre los años 874 y 875 Juromenha constituye uno de los principales focos de las llamadas revueltas muladíes bajo el señor de la plaza, Makhûl ibn Umar. Muerto el mismo, los territorios de Juromenha pasan a integrarse en los dominios de la dinastía Banu Marwân asociada a la plaza de Badajoz.

En 930 Badajoz, y por tanto Juromenha, quedan sometidas al califa cordobés Abd al Rahmân III. Para 1948 el geógrafo Ibn Hawqal en su obra «Kitâb Sûrat al-Ard», se refiere a Juromenha como puesto de avanzada de la plaza de Badajoz. Finalmente, para 1145 Badajoz y Juromenha son conquistadas por Abû Muhammad Sidray ibn Wazîr durante los segundos reinos de Taifas, hasta la llegada de los almohades en 1150.

El Castillo Medieval

El pueblo y su castillo fueron conquistados en 1167 por las tropas del rey D. Alfonso Henriques, con el apoyo de las fuerzas del legendario Geraldo Sin Pavor. Pero ambos, población y castillo, regresaron a manos musulmanas en 1191 durante la ofensiva almohade dirigida por el califa Abu Yaqub Yusuf al-Mansur.

No fue hasta 1242 cuando se produjo la conquista definitiva por las fuerzas cristianas de D. Pelay Pérez Correa. Ante la falta de pobladores, el Rey D. Dinis le otorgó el foral para fomentar la repoblación en 1312 y promovió el refuerzo de las defensas del castillo que pasó a contar con murallas de tapial revestidas en cantería de granito y pizarra, a las que se adosaban 16 torres cuadrangulares, dominadas por una imponente Torre del Homenaje que se alzaba a 44 m de altura. En este castillo se celebró en 1309 el matrimonio del rey Alfonso IV de Portugal con Dª. Beatriz de Castilla, y en 1328 el de Alfonso XI de Castilla con Dª. María de Portugal.

La Plaza Fuerte de Juromenha

A raíz de la Guerra de Restauración, en la que Portugal se independizó de la monarquía hispana, surgieron nuevos conflictos entre ambos países. Por ello y ante la amenaza proveniente de sus vecinos, a mediados del siglo XVII se acometieron numerosas obras a fin de defender sus fronteras de las agresiones españolas. En 1640 se emprendió la reforma del antiguo castillo medieval para adaptarlo a las nuevas necesidades producidas por el uso de la artillería. Tras desechar el proyecto ofrecido por el ingeniero militar italiano Pascoeli por ser considerado poco efectivo, se recurrió al jesuita holandés Cosmander, muy conocido en su época por ser un experto en fortificaciones militares y constructor de muchas de ellas. Pero el proyecto de Cosmander era demasiado costoso y de grandes dificultades técnicas, por lo que finalmente se decantaron por el del francés Langrés, dando comienzo las obras en 1646. En 1662, el fuerte de Juromenha cayó en manos españolas, no siendo devuelto a Portugal hasta la firma del tratado de Lisboa en febrero de 1668.


Vista de Juromenha da banda sur
Duarte de Armas, Livro das Fortalezas 1509


En 1659 Juromenha fue la protagonista de un trágico suceso al explotar un almacén de pólvora y acabar con la vida de toda la guardia, en su mayoría compuesta por estudiantes de Évora bajo el mando del Padre Francisco Soares “El Lusitano”. En el terremoto de Lisboa de 1755 la fortaleza sufrió graves daños, por lo que hubo que acometer obras para su reparación, añadiéndosele un nuevo baluarte por el flanco que daba al Guadiana.

En la Guerra de las Naranjas la villa de Juromenha fue conquistada por el mariscal de campo D. Juan Garrafa al mando de las tropas españolas de Godoy, el 20 de mayo de 1801, tan solo dieciocho días después el 8 de junio, se firmaba la paz en Badajoz. Aunque Juromenha no se recupero para Portugal hasta 1808.

Juromenha dejo de ser una Fortaleza de Primera Clase (con una fuerte guarnición militar) en 1837. Desde entonces inició un proceso de declive que culminó en la década de 1920, cuando la población abandonó completamente el asentamiento intramuros del castillo y la fortaleza, implantándose los arrabales en torno a la ermita de San Antonio. Las ruinas pasaron a ser utilizadas como graneros y corrales. En 1950 había 1399 habitantes, 1453 en el año 1960, tan solo 929 en 1970, 107 en 2011, y en la actualidad apenas habitaban medio centenar de personas en la Juromenha extramuros.


Fortaleza de Juromenha


Descripción de la Fortaleza:

Se encuentra sobre un cabezo de 205 metros de altura sobre el nivel del mar en la orilla del Guadiana. Tiene forma de prisma irregular y cuenta con tres baluartes de gran tamaño orientados hacia el norte, y otros dos más pequeños que miran hacia el Guadiana. En los vértices de cada baluarte hay un garitón para los centinelas. El edificio ocupa una superficie de casi 2 Ha., lo que da una idea de su importancia como recinto militar. Todo el conjunto estaba defendido por un foso, actualmente cegado.

El acceso se encuentra en una cortina situada en el lado suroeste. Contaba con un puente levadizo por contrapesos, lo que facilitaba su manejo al no requerir de torno. Tras la puerta, un largo túnel en rampa de varios metros de largo en forma curva, como suele ser habitual en este tipo de fuertes, da paso a una enorme superficie que daba cobijo a numerosas dependencias de todo tipo, tales como alojamientos para la tropa, almacenes, polvorines, la casa del gobernador, una posición artillera circular, un aljibe y los restos del castillo medieval, que actúa como muralla interior y del que se conservan al menos tres torres más la torre del homenaje, de 44 metros de altura y que permite unas impresionantes vistas del entorno. Además, en el recinto se levantan la Iglesia matriz, de tres naves, y la de la Misericordia, más pequeña y de una sola nave. En ambas aún se observan enterramientos. Es habitual ver iglesias en este tipo de fortificaciones, ya que la población se recluía en ellas en caso de ataques.

Tanto el castillo medieval como el fuerte están construidos con mampuesto de granito. La muralla del fuerte, de varios metros de espesor, cuenta con talud y almenado abocinado para aumentar el campo de tiro de las piezas de artillería. El relleno de los gruesos paramentos es de tierra y cantería. Las dependencias aún conservan gran parte del enlucido interior, y en la casa del gobernador ser pueden ver restos de cierto refinamiento, como la chimenea de la primera planta y un revestimiento de planchas de mármol en la planta baja. En las ventanas se conservan aún impresionantes rejas de cuadrillos de hierro trabado de gran espesor.

De las iglesias, totalmente expoliadas y desprovistas de cualquier tipo de ornamento salvo restos de pinturas decorativas, solo muestra signos de restauración la iglesia matriz, cuya techumbre fue rehabilitada a base de rasillones machihembrados hace años. Sin embargo, las obras de restauración no han proseguido, por lo que el estado general del interior del recinto es de total abandono.

Distante de Badajoz algo menos de 40 Km., he visitado en varias ocasiones este lugar, la última vez ayer día 10-10, de cuya visita podéis ver unas fotos.


Fortaleza de Juromenha











A la izquierda Iglesia de la Misericordia. al fondo torre Iglesia Matriz

Iglesia de la Misericordia (interior)


Casa del Gobernador

Casa del Gobernador



Casa del Gobernador (interior)




Iglesia Matriz


Iglesia Matriz

Iglesia Matriz (interior)

Iglesia Matriz (interior)
Iglesia Matriz












Rio Guadiana



(*) Tengo documentación fotográfica de haber estado en Juromenha al menos en las siguientes fechas: 10-05-2009 (referencia fotos I) / 14-11-2010 (II) / 12-10-2011 (II) / 28-07-2012 (II) / 07-05-2017 (VI) / y 11-12-2018 (IX).

Para más información: