Cada vez que hemos hablado en el blog de los molinos del arroyo del Pedruégano, lo hemos hecho refiriéndonos únicamente al Molino de la Corujá, del que conservamos alguna información sobre su funcionamiento y sobre quienes vivieron allí (ver aquí y aquí).
Sin embargo, gracias al análisis de mapas antiguos y, especialmente, al recorrido a pie de parte del cauce del Pedruégano, hemos logrado localizar los restos de dos molinos - tipo rodezno de cubo (*) - de cuya existencia no teníamos constancia previa. Estos molinos son prácticamente desconocidos en Bodonal y representan un valioso hallazgo para la historia local.
Durante este recorrido, también fue posible identificar otros molinos situados dentro del término de Segura de León, los cuales hemos mencionado en una entrada anterior del blog fechada el 4 de septiembre (ver aquí)
Cabe destacar que el arroyo del Pedruégano nace de la confluencia del barranco de la Villa y el arroyo de la Cruz o Bermejo, justo aguas abajo del abrevadero y descansadero del Charco Hondo, en Segura de León. Finalmente, desemboca en el río Ardila, ya en el término municipal de Valencia del Ventoso.
(*) Molinos de rodezno de cubo. Empleado en ríos de menor caudal, el molino de cubo recibe el agua de manera canalizada desde una represa que se sitúa a unos cientos de metros cauce arriba. El agua se conducía a través de una canalización que ganaba altura con respecto a la corriente del río. Al llegar junto al molino desembocaba en un depósito de gran altura que permitía que el agua descendiera después a gran velocidad sobre el rodezno y lo hiciera girar. El cubo sobresalía en altura respecto del resto de la construcción del molino
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Ubicación molinos 1 y 2 arroyo del Pedruégano, término de Bodonal |
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Ubicación molinos 1 y 2 arroyo del Pedruégano, término de Bodonal |
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En un mapa antiguo encontramos señalado el molino número 2 como molino de Mendez |
Molino 1 (restos)
Molino 2 (restos)
Como curiosidad señalar que en la jambas de granito de la puerta de entrada a la casa del molino he podido ver grabadas unas cruces.
Antiguamente se creía que colocar una cruz en la puerta de una casa protegía a sus moradores de enfermedades y males. Por eso es muy frecuente encontrar cruces talladas en jambas y dinteles de las puertas o ventanas. Lo mismo sucede con los establos, lugar para recogimiento de los animales: una cruz sobre la puerta los protegía de enfermedades, maldiciones y mal de ojo.
Esas cruces no tienen otro significado, ni ninguna otra función. Como no podía ser de otra manera, dado lo extendido de la práctica, algunas casas antiguas conservan estos signos apotropaicos.
Forman parte de un pensamiento mágico que no ha desaparecido, pues en la actualidad son muchos los que siguen creyendo en la facultad protectora de ciertos amuletos, rituales o fórmulas. Con la misma finalidad encontramos en países como Grecia o Turquía la creencia en el ojo protector que sus habitantes llevan en adornos corporales, colocan en sus casas y uno puede llegar a contemplar en los lugares más insospechados. En nuestra cultura, se atribuyen a la herradura los mismos poderes. Y la cruz ya tenía este significado mucho antes de que fuera adoptada como símbolo por el Cristianismo. Todo forma parte de la misma mentalidad supersticiosa.
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