A las 9 horas (según la generalidad de los observadores) del jueves 19 de junio de 1924 festividad del Corpus Christi, numerosas personas desde distintos lugares (Badajoz, Montijo, Talavera, Mérida, etc.), vieron una nube blanca muy alargada de forma cónica como la cola de un cometa. El fenómeno iba acompañado de fuertes detonaciones sobre un ruido constante que calificaron como el chirriar de un grueso portón metálico al traqueteo irregular de una ametralladora. Aunque en su primera nota Fernández Navarro (1924) dijo, recogiendo las informaciones de los testigos, que el meteorito provenía de NO a SE, quizá el haber conocido nuevos lugares de caídas le permitió señalar más tarde (Fernández Navarro, 1925a, b) que la trayectoria presentaba un recorrido según una estrecha banda de 2 km de longitud con dirección NNE a SSO, coincidiendo con la señalada desde el principio por Antonio Chorot, catedrático del Instituto de Badajoz. En Jerez de los Caballeros, a unos 50 km al SE de Olivenza, describieron el fenómeno como un globo de fuego que corría de E a O. En Almodóvar del Campo (Ciudad Real) dijeron que su trayectoria era de norte hacia el oeste. El ruido fue oído en Badajoz, Mérida, La Albuera, Lobón, Burguillos, Montijo y Villarreal, todos ellos de la provincia de Badajoz; en Morón y Ecija (prov. de Sevilla); en Talavera de la Reina (Toledo), y en Elvas, Potalegre, Campo Maior, Vila Fernando, Cabeçao, Borba, Redondo y Castello de Vide (Portugal). En la finca El Lemus, situada a unos 2 km al O de Olivenza y propiedad de Enrique Rodríguez Bordallo, se encontraban a esa hora en el campo los cuatro hermanos Pacheco Cordero recogiendo chicharros (guisantes). Uno de ellos, María, de 17 años, contó que estaban ocupados en esa faena cuando oyeron tres fuertes detonaciones, entonces levantaron la mirada y vieron que hacia ellos se dirigía una gran masa ardiendo y envuelta en humo blanco. Venía derecho hacia los cuatro hermanos, pero ya muy cerca de ellos hizo un extraño giro, al que atribuyeron haber salvado la vida, que desvió su trayectoria hasta caer a cinco metros de donde ellos se encontraban. Durante algún tiempo los cuatro hermanos quedaron inmóviles, aterrados. El meteorito impactó con el terreno de arcillas rojas, rompió una raíz de olivo de 3 ó 4 cm de diámetro, se formó un cráter en la tierra y él mismo se rompió por tres fracturas concurrentes dejando además pequeños trozos alrededor del cráter. Todo ello produjo una gran polvareda. Cuando repuestos del susto se acercaron y tocaron la piedra ya estaba fría, sobre todo en su parte interna al descubierto por las roturas. En total, era una masa entre los 60 y 70 kg (Fernández Navarro, 1924, 1925a). El cráter formado medía medio metro de diámetro y aproximadamente otro tanto de profundidad, señalándose, curiosamente, un contorno ligeramente cuadrangular. Fue visto por Lucas Fernández Navarro, que pocos días después visitó el lugar comisionado por la Facultad de Ciencias de Madrid para estudiar el fenómeno, pero para entonces ya estaba el sitio muy pisoteado por los visitantes y la piedra meteórica había sido extraída de allí, por lo que ya se habían alterado las circunstancias originales de caída.
Otros fragmentos se recogieron en el término de Olivenza en las fincas La Sancha, concretamente dos, uno de ellos de unos 30 Kg de peso, La Moreriña uno de 2 Kg, en Doña María, tres, con un peso total de 4 Kg., en Juana Castaña, varios fragmentos que pesaron unos 2 Kg.
La mayor porción del meteorito de Olivenza entró a formar parte de la colección del Museo Nacional de Ciencias Naturales, pero algunos de los fragmentos conservados desaparecieron misteriosamente, apareciendo posteriormente en Portugal, Paris, Londres, y EE.UU.
El Meteorito de Olivenza (1924) Foto gentileza Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid |
Composición: El elemento mayoritario del meteorito es el hierro (18,9% en peso), pero además contiene magnesio, aluminio, silicio, potasio, calcio, titanio, cromo, manganeso, cobalto y estroncio.
Clasificación: El meteorito de Olivenza posee una superficie de fractura irregular, color gris-ceniza, con motas oscuras redondeadas. En él se observan cóndrulos mal definidos y fragmentos de cóndrulos que se fusionan con la matriz de grano fino. Los cóndrulos relictos son ricos tanto en olivino como en ortopiroxeno, con hierro-níquel metálico y troilita formando ampollas dentro de la matriz. La composición del olivino (Fa30) y ortopiroxeno (Fa24.5), así como el hierro total, indican su clasificación como Condrita LL5. Contiene varios minerales menores, siendo de especial interés fosfatos que albergan isótopos radiactivos.
Comparado con las piedras de análoga naturaleza que posee el Museo de Madrid se ve que es bastante parecido al de Honolulu, en las islas Hawái (27-IX-1825), y al de Bjurböle, en Finlandia (12-III-1888), pero sobre todo al que más se asemeja es al de Soko-Banja, en Yugoeslavia (13-X-1877). También guarda alguna semejanza con el caído en Guareña (Badajoz) (20-VII-1892), del cual parece que se recogieron en esta última población dos pequeños trozos.
La datación por rubidio-estroncio proporciona una edad de 4600 millones de años para el supuesto cuerpo original del que procede el meteorito.
Correo de la Mañana 1-7-1924 |
Para más información sobre el Meteorito de Olivenza, ver la publicación de 1925 de D. Lucas Fernández Navarro para el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (34 páginas) ---> aquí.
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El Meteorito de Guareña (20-7-1892): Curiosamente en Olivenza también cayeron restos de este meteorito en 1892 "En Guareña, entre las 10, y las 11 horas, se oyó un intenso ruido con la caída de un objeto a 50 metros de distancia de unos labradores, levantando una espesa nube de polvo. Enseguida sacaron de un agujero de 75 cm. de profundidad un meteorito pétreo de 29,4 kg. de peso que presentaba una depresión que corresponde a una elevación, con la que encaja, de otro hallado a 4 km. de distancia y que pesaba 7,2 kg. Cayeron dos piedras más en Olivenza, dos en Villanueva del Fresno y otra en Badajoz. Se trata, pues, de una lluvia meteórica".
El Noticiero Sevillano |